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Guðmundur Arnar Guðmundsson: «Islandia se ve como un país muy idealizado, pero también hay problemas sociales»

El realizador islandés Guðmundur Arnar Guðmundsson presenta su segunda película, Beautiful Beings, acompañado de su joven protagonista, Birgir Dagur Bjarkason

Guðmundur Arnar Guðmundsson

La imagen de Islandia en el imaginario popular se corresponde a un país amigable, limpio y cívico, una tierra de naturaleza salvaje poblada por personas que se respetan y ayudan entre ellas. Las estadísticas respaldan esta visión —la isla ocupa, en la actualidad, el primer puesto entre los países más seguros del mundo—, pero, tras esas cifras, existen también situaciones de pobreza, adicciones y marginalidad, como ha recordado Guðmundur Arnar Guðmundsson durante la rueda de prensa de su segunda película, Beautiful Beings, que compite en Sección Oficial, y a la que han acudido tanto su director como su joven protagonista, el actor Birgir Dagur Bjarkason.

«Islandia se ve como un país muy idealizado, pero también hay problemas sociales», ha indicado Guðmundsson, cuya película, ambientada entre finales de los 90 y comienzos de los 2.000 —cuando la juventud islandesa estaba entre las que más alcohol y drogas consumía, en contraste con los datos actuales—, indaga en las disfunciones familiares como origen de los comportamientos adictivos y violentos. «Quería reflejar la situación del país desde los ojos de los niños», ha indicado el realizador, para quien la sociedad debería apoyar a esos hogares en los que imperan los malos tratos para «rehabilitarse y salir adelante». En esta línea, también ha señalado que uno de sus objetivos con la película era «inspirar a los padres para que se involucrasen más en la vida de sus hijos y a los adolescentes en situaciones similares para que vean los problemas y los errores e intenten salir de esa situación».

Guðmundur Arnar Guðmundsson y Birgir Dagur Bjarkason

Beautiful Beings narra la historia de Balli (Áskell Einar Pálmason), un joven marginado procedente de una familia desestructurada que se integra en una pandilla de muchachos tan populares en la calle como parias en sus hogares. Juntos fuman, beben y se meten con los más débiles, pero también se apoyan y protegen entre ellos; la violencia, desde palizas hasta abusos sexuales, impregna su día a día, pero la ternura —y, en algunos momentos, un cariño de connotaciones amorosas— se cuela entre los resquicios de esa cotidianidad. Progresivamente, el director traslada el enfoque desde los ojos de Balli hasta los de Addi (Birgir Dagur Bjarkason), el integrante más sensato del grupo —también el que procede de un núcleo familiar más estable—, que empieza a intuir en sus sueños lo que va a ocurrir. Ambos personajes, así como los de Konni (Viktor Benóný Benediktsson), el matón del grupo, y Siggi (Snorri Rafn Frímannsson), el tercero en discordia, están interpretados por debutantes seleccionados a través de un casting abierto al que siguió una preparación de ocho meses previa al rodaje.

«Estoy muy agradecido a Guðmundur por haberme elegido para este papel», ha reconocido el joven protagonista, todavía menor de edad —cumple los 18 en diciembre— y quien ha deseado que ésta sea la primera de sus muchas películas como protagonista. «He descubierto que me encanta actuar, convertirme en otra persona y dejar de ser yo mismo», ha manifestado Bjarkason, visiblemente cómodo y divertido como uno de los protagonistas del día, que ha confesado que la amistad que desarrolló con sus compañeros de rodaje se mantiene hasta la fecha.

The Headhunter’s Daughter

Junto a Beautiful Beings, el filipino Don Josephus Raphael Eblahan presentó también su cortometraje The Headhunter’s Daughter, premiado en el festival de Sundance y retrato de una región de su país en el que la influencia norteamericana que tuvo su país tras la retirada de los españoles se deja sentir en la cultura popular.

The Headhunter’s Daughter cuenta la historia de Lynn, una joven que deja atrás a su familia y viaja a través de las tierras altas de la Cordillera para probar suerte en la ciudad como cantante de country. «Quería dar testimonio de esta forma de vida, sobre todo porque yo vengo de ahí», ha expresado el realizador asiático, que, debido a la pandemia, tuvo que encargarse, además de la dirección y el guion, de la fotografía y la música de la película.

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