El Colectivo Negu, formado por un grupo de amigos formados en la ESCAC, viene de recibir una mención especial en Locarno con su Negu Hurbilak, que participa en el Punto de Encuentro de la 68 Seminci. «No sabemos trabajar de otra forma que no sea en colectivo», afirmaba Ekain Albite, que relataba que todos los diez miembros del colectivo se conocieron en el primer curso de Cinematografía y han seguido trabajando juntos. Tras Erroitz, su primer proyecto, y el mediometraje Uhara, se han enfrentado a un largometraje que trata uno de los temas más delicados del país: ETA.
Tres componentes del colectivo, el propio Albite, Adrià Roca y Mikel Ibarguren, acompañados por la actriz de la cinta, Jone Laspiur, han pasado por el plató de la Seminci, donde han relatado tanto el proceso del filme ante las cámaras de Kinotico. «Tras la primera entrevista con ellos -ha relatado la actriz-, no sabía muy bien qué me estaban proponiendo. Si era un corto o un largo; me hablaban de un personaje que aún no estaba construido, de un guion que no estaba escrito… Intuí que era algo distinto a todo lo que yo conocía y dije que sí».
Y, en efecto, el proceso creativo, de construcción del personaje y de rodaje tuvieron vidas paralelas. «Para nosotros tres, que hemos nacido en el País Vasco, el año 2011 fue un momento muy especial. Mientras recopilábamos toda la información del filme y hablábamos con la gente, sentimos que las heridas del conflicto siguen abiertas y están muy presentes, y que no nos representaban las filmografías hechas al respecto hasta el momento; es un tema muy complejo y a veces se ha espectacularizado», ha explicado Albite en alusión a él mismo, Ibarguren y Laspiur.
El pretexto fue representar una huida, pero en el proceso de recopilación de información se toparon con «mucho silencio y mucho miedo a hablar». El silencio tomó forma de personaje y se convirtió en el auténtico protagonista del filme. La elección de la espera, «esperar sin tener noticias de nada», se debe a la realidad que les trasladaban sus interlocutores en el proceso. Una modulación que se trasladó al montaje y a la búsqueda de los límites de una imagen. «¿Cuándo se agota una imagen? ¿Qué pasa cuando no pasa nada? Detrás de esa pregunta hay una realidad muy bonita», han expresado los autores. Y más aún cuando se comparte con todo un pueblo que no entiende de otra cosa que o sea la naturalidad más absoluta durante el proceso de rodaje y que, por momentos, buscan realmente facilitar la huida de la actriz en una difusa frontera entre la ficción guionizada y realidad social vivida durante años.
