71 edición. Del 23 al 31 de octubre de 2026.
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23/31 oct. 2026
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Ildikó Enyedi compite en Seminci con ‘Silent friend’: «Aquello que llamamos realidad muchas veces es algo efímero»

Ildikó Enyedi compite en Seminci con ‘Silent friend’: «Aquello que llamamos realidad muchas veces es algo efímero»

Ildikó Enyedi compite en Seminci con ‘Silent friend’: «Aquello que llamamos realidad muchas veces es algo efímero»
  • La cineasta húngara estrena en Sección Oficial un relato humanista, protagonizado por Tony Leung, que gravita en torno a un misterioso árbol

La 70ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid estrena en su Sección Oficial una de las experiencias cinematográficas del año, la nueva película de la cineasta húngara Ildikó Enyedi, ganadora del premio FIPRESCI en el Festival de Venecia. A través de un juego temporal en el que conecta breves momentos de las vidas de tres personajes que miran un majestuoso gingko biloba en un jardín botánico en Alemania, la directora propone una conmovedora mirada al mundo de las plantas: «Como seres humanos solo podemos percibir pequeños momentos de esta vida tan larga que experimentan las plantas. Mi voluntad era poner atención en que aquello que llamamos realidad muchas veces es algo efímero», ha declarado Enyedi.

La película entrelaza tres relatos que se desarrollan en períodos distintos de la Historia de Alemania que constituyen momentos importantes de cambios sociales y humano. «Me interesaba mucho la experiencia de una mujer estudiante a principios del siglo XX en este mundo tan restrictivo, en el que la ropa, los horarios e incluso el jardín nos hablan de control. También quería adentrarme en esas primeras grietas que surgen en los años 70, cuando yo era adolescente y esa nueva generación pensaba en las posibilidades de reformular el marco de su pensamiento, sus relaciones e incluso sus sentidos. Por último, quería hablar del covid como vivencia colectiva; fue algo horrible, pero a la vez nos dio el tiempo para repensar nuestra forma de vivir», ha explicado la realizadora.

Ildikó Enyedi, directora de ‘Silent friend’. ©Seminci/Photogenic

El actor Tony Leung (Deseando amar, de Wong Kar-wai) da vida a un neurólogo que investiga la percepción cognitiva en los bebés y se queda atrapado en una universidad durante la pandemia, lo que lo hace conectar con el árbol del jardín botánico: «Tony ha sido en realidad mi amigo silencioso durante el rodaje, además de las plantas. En nuestra cultura tiene mucha importancia la comunicación verbal, pero al mismo tiempo hay muchas cosas que intercambiamos sin usar palabras. Necesitaba alguien con una presencia muy imponente, que tuviera a la vez gran capacidad de expresarse a través de las acciones en esos espacios vacíos, no solo usando palabras» ha reflejado la cineasta, incidiendo también en ese carácter de outsiders que comparten los personajes de la película y que favorece esa necesidad de comunicación mutua.

Acercarse al mundo vegetal

La gran apuesta de la película es su aproximación sensorial a las plantas, algo sobre lo que la cineasta ha hablado en profundidad: «Tomamos como punto de partida el trabajo de Karl Blossfeldt, un fotógrafo que trabajó con vegetales cotidianos a principios del siglo XX, revelando su cualidad de obras de arte. Queríamos lograr esta sensación de acceder a un nuevo mundo, intentando mantener la premisa humana. Un recurso fundamental fue cambiar el foco de la lente y ponerlo en las hojas, en los troncos. Es algo muy sencillo pero una manera muy efectiva de entrar en su perspectiva».

Ildikó Enyedi en la rueda de prensa de ‘Silent friend’. ©Seminci/Photogenic

Diseño visual y sonoro

El diseño visual de Silent friend, que combina tres formatos cinematográficos distintos y en el que trabajó junto al director de fotografía Gergely Pálos, la realizadora se planteó «simplicidad y transparencia», que fuera muy inmersivo. «Usamos el 35 mm para el pasado, cuando ella descubre el lado artístico de la fotografía. Por otro lado, el 16 mm nos sirvió para hacer sentir los años 70, pero también por una cuestión de aproximación impresionista, hacer visible el tacto, los olores o las hormonas. He trabajado mucho con 16 mm y ha sido un gran redescubrimiento, quería ver esos colores vibrantes y sentir eso que sientes cuando miras un cuadro impresionista. Por último queríamos darle al formato digital el respeto que merece, tratando de ser muy simples pero muy expresivos al mismo tiempo», ha detallado.

También ha hablado del diseño sonoro de la película como una de las herramientas clave para dar esa sensación de inmersión: «Tuvimos que inventar todo tipo de sonidos, imaginando lo que ocurre en una planta. Fue muy divertido y una manera muy bonita de experimentar con sonidos naturales y artificiales, intentando ser simples y no excedernos. Cuando estás bajo tierra ves cosas que no deberías y quisimos dar esa sensación aumentando el volumen de ciertos sonidos que a veces resultan imperceptibles. Buscaba algo que nos hiciera entrar en otra dimensión». Y ha añadido: «Me gusta como estas distintas realidades se tocan, sin la posibilidad de entenderse del todo entre sí».