Charlotte Vandermeersch, codirectora de Le Otto Montagne, ha comparecido en rueda de prensa para hablar de la película con la que ella y su marido, el director belga Felix Van Groeningen, compiten en la Sección Oficial de la 67 Seminci, y que también opta a la Espiga Verde
La deslumbrante película Le otto montagne, que este año ya se ha alzado con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes (empatando con EO, de Jerzy Skolimowski), es el primer largometraje que afrontan juntos los cineastas belgas Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch. La película adapta una novela homónima de Paolo Cognetti que tuvo un gran éxito editorial en Italia, y Charlotte Vandermeersch ha explicado cómo la historia de amistad entre dos niños, Bruno y Pietro, que cuenta ese libro se convirtió en largometraje.
«La adaptación del libro de Cognetti fue una propuesta que le hicieron a Felix, mi marido, por su trabajo anterior, y nos gustó mucho porque es la historia de una amistad durante 30 años, una historia muy ética, serena, muy honrada, en la que hay dolor, hay felicidad… Y es un poco como la vida, que son las historias que nos gustan. Los productores italianos no querían un director italiano, buscaban un director más internacional. De hecho pensaron en hacer la película en inglés. Sin embargo Felix dijo que no, que era una historia muy auténtica y había que mantenerla como tal en italiano, de la forma más auténtica posible».
Charlotte Vandermeersch también ha aclarado por qué eligieron un formato cuadrado, 4/3, para reflejar los increíbles paisajes de los Alpes italianos y Nepal en los que han rodado. «Cuando empezó el proceso pensamos grabar en un formato más alargado, pero cuando empezamos a trabajar nos dimos cuenta, viendo las fotografías, de que le venía bien un aspecto cuadrado porque le daba más altura y mejoraba mucho el paisaje de la montaña, y además queríamos colocar a nuestros personajes en relación a la montaña. Además, queríamos hacer una mezcla entre el pasado y el hoy. Hemos trabajado con lentes de alta calidad y con alta definición, pero en un formato antiguo, que deja ver lo que hay a la derecha y lo que hay a la izquierda, y absorbe a las personas en lo que está sucediendo en el centro».
Una película como la vida
A la pregunta de un periodista sobre cómo se plantearon realizar los saltos temporales, a medida que los dos niños protagonistas se van haciendo adultos, Vandermeersch ha señalado que siempre quisieron contar la historia de manera cronológica.
«Cuando escribes un libro tienes más libertad a la hora de hacer saltos en el tiempo… Pero en la vida no se puede volver atrás, no se puede retomar el pasado y volver hacia delante. Si has discutido hace diez años con tu padre y desde entonces no hablas con él, si pierdes un amigo, si tu padre fallece y no has logrado reconciliarte con él… Si tu amigo está viviendo en el extranjero y pasan dos años sin verlo, pero luego lo ves como si fuera ayer… Lo que buscábamos es mostrar cómo la vida siempre presiona hacia delante y no se puede volver atrás, igual que pasa con las estaciones del año. Lo que buscábamos es que la película fuese como la vida».
Dos actores italianos amigos
Sobre la elección de los actores italianos Luca Marinelli y Alessandro Borghi, que en esta película vuelven a juntarse pero en un registro muy distinto al habitual, versó otra de las preguntas de los periodistas.
«Ambos son grandes estrellas en Italia ahora mismo, son actores importantes. Cuando estuvimos hablando con nuestro agente nos los propuso a ambos. Fuimos a Reno para conocerlos, y en un principio ellos querían coger los papeles pero al revés, Alessandro quería hacer a Pietro porque se sentía más identificado con él, y Luca quería hacer a Bruno, pero vimos que era una persona demasiado abierta, no le veíamos en ese papel», ha recordado la cineasta.
«Durante un tiempo, solo cogimos a Luca y estuvimos haciendo pruebas con diferentes actores y papeles, primero Luca siendo Bruno con otra persona, luego Luca siendo Pietro con otro actor… Estábamos buscando un talento nuevo, alguien diferente. Y cinco meses después, Luca y Alessandro, que son amigos, estuvieron hablando y Alessandro nos dijo que le gustaría probar el papel de Bruno, y que veía a Luca como Pietro, como una persona que había visto más mundo y con una forma diferente de ver la vida. Y Alessandro propuso hacer las pruebas de audición así, con los papeles al revés. Todo eso fue necesario para todos, tener un tiempo para darnos cuenta de que lo ideal era hacer los papeles así. Es algo que nos sorprendió mucho y nos llamó la atención».
Un equipo eficiente
Aunque el director de la película iba a ser Felix Van Groeningen, Charlotte —que es sobre todo actriz, aunque ya había colaborado con su marido en el guion de Alabama Monroe (2012)— ha contado cómo fue él quien le propuso, por sorpresa, compartir la tarea.
«En un principio no nos planteamos dirigirla juntos. Sí habíamos pensado escribir juntos el guion, y empezamos entre febrero y marzo de 2020, con el confinamiento, cuando el covid lo invadió todo… Se convirtió en un proceso muy intenso, ya que estábamos ambos juntos en casa, escribiendo… Acabamos el primer borrador entre junio y julio, y estábamos muy contentos, nos gustaba, y a los productores italianos les gustó también. Un día estábamos en la cocina y Felix me propuso que dirigiéramos la película juntos. No me lo esperaba, pero me pareció muy buena idea. Yo estaba orientando mi trabajo cada vez más al cine, consideré que ya estaba preparada, y nos pusimos a ello. Somos personas muy diferentes, por ejemplo a mí se me dan mucho mejor los idiomas. Y este era un proyecto muy grande. Nos mudamos a Italia con nuestro hijo y todo se convirtió en un proceso muy orgánico. Yo estaba muy cómoda con los italianos, empezamos dirigiendo a los niños, yo siempre tenía el papel en la mano, mientras que Felix se encargaba más de organizarlo todo, de tener un plan A, un plan B, un plan C, de si hacía falta un helicóptero… Creo que entre los dos controlamos muy bien el proceso».
Un rodaje difícil con final feliz
Sobre cómo vivieron el rodaje, Vandermeersch ha contado que fue problemático y difícil, porque buscaban meter las cuatro estaciones del año dentro de la película. Pero lo consiguieron. «Empezamos a grabar en junio, al principio del verano, pero queríamos que la nieve se estuviera derritiendo, que es como concluimos la película, así que fuimos con Ruben Impens, el director de fotografía, a las montañas, y así tuvimos ya grabadas estas escenas de antemano. Queríamos hacerlo todo de la forma más eficiente posible, grabamos primero a los niños, luego a los adultos que construían la cabaña. En octubre nos fuimos a Nepal, y con todo el tema del covid no tuvimos tiempo de preparar nada, así que fue todo muy impulsivo. Realizamos una ruta para conseguir esta autenticidad, porque como no habíamos podido preparar nada, no queríamos ir con un helicóptero a un sitio y grabar y volver, queríamos que fuera lo más auténtico posible. Y entonces buscamos sustituir la improvisación con la realidad. Volvimos en noviembre y ahí queríamos grabar nieve para el final de la película, pero estuvimos parados durante un tiempo porque no nevaba. Y cuando por fin nevó, fuimos corriendo a grabar la nieve y a terminar la película. En general, creo que funcionamos como un equipo muy eficiente, todo estuvo muy bien preparado y contamos mucho con el apoyo de los productores italianos».
